Podemos decir que en la actualidad cada persona busca su propia comodidad, por este motivo la publicidad gira en torno a él, y nos ayuda a encontrar nuestro propio confort dentro de nuestro hogar o donde cada uno de nosotros nos sintamos más seguros o relajados. Nos damos cuenta que cada vez más, las personas optan por hacer el mínimo esfuerzo y vivir bajo sus propias reglas, dentro de un mundo que crean para ellos mismos.
Es por eso, que la publicidad actual, nos muestra algo ficticio, algo que supera la realidad. Nos arman todo un escenario especial, donde el público va a estar cómodo, ya que todo es hecho para hacerlo sentir así. Nos muestra un hecho importante, ya no te pide que salgas al exterior para visualizarlo o entrar en contacto con un producto o algo que deseas. Salir ya no es indispensable, se pueden conseguir muchas cosas, ya no es necesario exponerte al malestar o el peligro que muchas veces es la definición de la “vida real”
Por ende la tecnología es una manera de facilitar el proceso en donde el ser humano se relaciona con su entorno, en donde este mismo ser posee el control. Donde se incrementa la relación con sus amigos, familiares y hasta ¿Por qué no? Con él mismo.
La claustrofílica es llevada a la publicidad cuando busca entrar a todos los hogares creando universos de marcas. ¿Y cómo logra esto? Sencillo. La publicidad trabaja con la ficción, y es que claro, que manera mejor de cautivar al público con los objetos que más desean, ofreciendo las cosas que uno piensa que nunca va a tener. La ficción logra ofrecernos lo que queremos, da fe y crea fidelidad en el público.
Presento el siguiente ejemplo:
Aquí vemos como la tecnología nos ayuda en todos los aspectos de la vida. Vemos como mediante el tema del delivery, ya no es necesario salir de casa, ¡ni siquiera para comer!
Mediante el uso del internet puedes conseguir todo a tu casa sin necesidad de moverte. Lo que más me gusto de este video es que ya ni siquiera tienes que conocer perfectamente un idioma para solicitar algo, en este caso, comida.
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