La publicidad actualmente
se encarga de ofrecernos muchas maneras de mejorar nuestra calidad de vida,
influenciándonos con una actitud de vida, realidades y fantasías que poseen
todo lo que nosotros mismos anhelamos. Nos tratan de incorporar a un grupo
selecto de personas que consumen un producto en particular, y para lograr esto
usualmente nos engatusan con publicidades irreales, mundos perfectos e ideales
en el que solo se ve el lado bueno de la vida. Es como si nos estuvieran
invitando a seguir este estilo que conlleva a un estereotipo propuesto por una
marca. Ya que el estilo de vida ayuda, en cierto modo, a dar sentido a lo que
la gente hace y el por qué lo hace; dándole un significado a sus actos.
Para todo eso, se
requiere de una buena publicidad que resalte las características del producto,
de modo que lo haga muy deseado para el consumidor. De ahí que la publicidad de
uso a los valores utópicos que justamente son los encargados de mostrar esa
fantasía de mundos ideales resaltando y/o exagerando el verdadero valor y
características de la marca.
No es difícil que nosotros como
observadores podamos llegar a envolvernos en esta actitud porque es factible
que se amolde a nuestra realidad siguiendo las tendencias actuales. Por otro
lado también nos veremos envueltos por el concepto de distinción, ese concepto
de ser diferente. El poder distinguirse de los demás hace que un producto se
vea más original y eso eleva su valor. Muchas veces eso es importante para
ciertos grupos socioeconómicos.
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